Por: Gabriela de la Riva. Publicado en la revista Neo Abril 2015</EM></P> <P>Últimamente me ha tocado hacer varios viajes con mis nietos. Antes, en los aeropuertos aprovechaba para comprar la nueva crema facial y leer el libro o las revistas que no había tenido tiempo de ver en la semana. Hoy me toca custodiar Ipads, acompañar a chaparros urgidos al baño, comprarles dulces y refrescos a escondidas de sus estrictos y saludables papás, tratar de sonar <EM>cool</EM> (o por lo menos no demasiado <EM>demodé</EM>) al comentar los nuevos juegos, aparatos, películas, personajes o marcas de buena reputación para chavillos. Yo al subir al avión estoy exhausta; ellos se colocan los audífonos de lo más tranquilos, toman fotos, configuran el celular de la mamá, comparan sus nuevos juguetes, tratan de enseñarme cómo descargar una película y preparan sus libros para colorear.