Muchos niveles de confianza están en mínimos históricos. Sólo 9% confía en los gobernantes, 21% confía en el sistema de justicia y en que se castigue a culpables; sólo 20% de los mexicanos dice confiar en que el país mejore). Las empresas tampoco salen bien libradas: sólo 24% confía en las aseguradoras, 39% en las compañías de telefonía celular, 44% en los bancos (1). En muchos de los estudios que hacemos en High Speed Solutions nos topamos con el mismo fenómeno: para la gente, se ha roto la confianza. ¿Será que estamos perdiendo la habilidad de confiar?</P> <P>Primero, hay que aclarar que llegar a un punto de no poder confiar en nada ni en nadie es algo así como el <EM>apocalipsis social</EM>. Somos seres sociales y dependemos los unos de los otros, así que esa no parece ser una opción posible: si no confiáramos en nadie simplemente colapsaríamos. Un ejemplo sencillo de lo importante que sigue y seguirá siendo la confianza es que uno de los indicadores para decidir si un lugar es mejor para trabajar que otro consiste en la confianza que tenemos hacia nuestros empleadores y no en políticas o prestaciones (2).