Pocas son las marcas mexicanas que responden a las demandas de un público ávido de vivir nuevas experiencias y sensaciones, sin limitantes de género y dando crédito a las viejas usanzas únicamente cuando se trata de rescatar las recetas secretas de la familia.</P> <P>Hoy acompañé en la cocina a mi marido, quien está descubriendo el arte de mezclar condimentos; ensayar mezclas, nuevos sabores y platillos que una vez terminados olfatea de vuelta y aprecia con especial parsimonia para saborear no solo su asociación a otras recetas o intentos pasados, sino a momentos de su infancia y a personajes de su vida que se asoman entre la cebolla doradita, el laurel y el tomillo, o esa generosa cucharada de pimentón y comino que arroja de último momento sobre la lonja de un fresco y blanco robalo