Keep it simple
No es lo mismo decirle a alguien: “Sufro intensas respuestas fisiológicas que no puedo controlar, debido a la abundante secreción de dopamina proveniente desde el hipotálamo que satura mi sistema endocrino cada vez que te veo o pienso en ti”, que decirle: “Estoy enamorado de ti”.
Los humanos somos especialmente buenos complicando las cosas. El miedo a fracasar nos hace caer en la trampa de creer que mientras más detalles, procesos y justificaciones le agreguemos a una idea, esta será mejor aceptada como buena, inteligente o fundamentada, pero la realidad es al contrario: cuando hablamos así nadie nos entiende absolutamente nada. Por esto, ante el enredo común, lo simple se convierte en extraordinario.
El superpoder de la simpleza permite que un receptor asimile una idea de manera evidente y necesitando el menor esfuerzo mental posible. Fácil de entender, recordar y reproducir, de utilizar y ejecutar. Cuando una idea es simple funciona y nos permite avanzar y repensar mientras ya está en uso.
Simplificar requiere enfocarse en las prioridades de la idea y descartar todo aquello que no esté orientado en satisfacerlas directamente, priorizando calidad sobre cantidad de elementos para hacerlo. Cuando se logra, la simpleza genera una sensación de confort que irremediablemente hace aceptar la idea planteada, tal como sucede con los smartphones: aparatos tecnológico complejos, pero predecibles, intuitivos y tan fáciles de usar que generan comodidad y apego. Así, simple es el mejor atributo que podemos darle a nuestras ideas y proyectos. Es el punto máximo de nuestro trabajo.